Escuchando a lo lejos. La educación física de la audición.
With four exercises for better listening skills.
Para la mayoría de nosotros, la audición se limita a nuestro entorno inmediato (nuestros teléfonos, la música, el televisor frente a nosotros, la reunión de trabajo y, ocasionalmente, el ruido de algún coche en la autopista cercana). El progreso también tiene un coste sensorial. Sin embargo, la audición puede extenderse más allá de nuestra inmediatez. Esta publicación es una continuación de mi serie esporádica sobre la Educación Física de los Sentidos. Es una historia sobre una experiencia de ejercicio auditivo y algunas ideas para que practiques. ¿Me oyes? Dale a "Me gusta", deja un comentario y suscríbete (es gratis).
A los veinte años, practicaba karate y soñaba con desarrollar habilidades ninja, incluyendo un mejor sentido del oído. Pero todo eso era solo una fantasía, y creía que solo en las películas se podían lograr esas proezas shinobi. Así fue hasta que un día, durante una clase, el sensei nos dio un ejercicio que cambió mi percepción del sentido del oído. Después de esto, me convencí un poco más de que quizás este tipo de habilidades no se limitaban solo al cine, o que lo que vemos en la actuación no es necesariamente una exageración de la realidad.
El Sensei ordenó a todos que nos tumbáramos boca arriba, apagó las luces y nos pidió que cerráramos los ojos y guardáramos silencio. «Concéntrense en no hacer ruido y respiren profunda pero lentamente», dijo. Luego nos indicó que nos concentráramos en escuchar nuestra respiración. Este evento ocurrió hace más de veinte años, lo que significa que no recuerdo cada detalle, pero entonces escuché algo como: «Ahora, identifiquen el sonido de un coche que pasa y síganlo lo más lejos que puedan. Traten de no perderlo».
Para contextualizar, el dojo estaba situado en una importante avenida comercial por donde pasaban cientos, si no miles, de vehículos a diario, y la clase coincidía con la hora punta. Era ruidoso, por lo que concentrarse era difícil.
Me llevó varios intentos, pero finalmente logré seguir el sonido de un coche a lo largo de unos 400 metros (alrededor de un cuarto de milla). No es que estuviera midiendo con precisión, pero por alguna razón sentí que veía el coche alejarse. Además, crecí en esa zona y tenía una idea de los negocios por los que pasaba el coche. El siguiente paso de este ejercicio fue encontrar los sonidos más lejanos posibles, en plena hora punta, y aislarlos.
En este ejercicio, experimenté una mayor percepción espacial. Estaba en sintonía con todo el ruido a mi alrededor, pero no me molestaba. Pude unirme a la corriente auditiva y navegar a través de ella con facilidad, aún consciente de las instrucciones del sensei, de mi respiración y de la respiración de los demás. Casi como si pudiera oír una sola gota entre millones bajo la lluvia y aun así escucharla (la lluvia) como un todo.
¿Estaba ecolocalizando? No lo sé, pero más que desarrollar esta nueva habilidad, era como si la estuviera despertando. Sentía como si la burbuja en la que vivía se expandiera y pudiera escuchar mi entorno con mayor claridad. Recuerdo haber sentido algo similar de niño, mientras jugaba al aire libre con mi hermano y mis amigos.
Este fue un ejercicio increíble y todavía lo practico. Pero no hace falta ser un artista marcial experimentado para desarrollar esa capacidad. ¿Por qué? Porque ya la tienes. Todos la tenemos. Siempre y cuando no tengas problemas de audición, claro.
Se lo enseñé a mi esposa hace años y no lo podía creer. Podía oír sonidos a una distancia que jamás imaginó. También se lo he enseñado a clientes de entrenamiento personal de todas las edades, con muy buenos comentarios. Todos sintieron una mayor confianza en el movimiento (fitness) que no se consigue con los enfoques típicos de fitness y, aun así, oír implica movimiento1.
Cuando dejamos que nuestros oídos (y nuestra atención) solo capten lo que está cerca, bueno, eso es lo que oímos. Esta audición limitada es una forma de audición selectiva. Tendemos a centrarnos en lo que está más cerca. Pero quizás podamos ampliar nuestra selección un poco más. Se dice que los ejercicios de audición o el entrenamiento auditivo pueden mejorar la memoria, la atención y la comunicación2.
Desde ese ejercicio, he podido captar sonidos que, aunque distantes y atenuados por el ruido o las voces, jamás oiría. Pero recuerda que la mayoría de las personas nacen con esta capacidad. Forma parte de nuestro ADN. La audición es un mecanismo primitivo de supervivencia. Oímos para huir del peligro, intensificar una experiencia placentera o comunicarnos.
Escuchamos en muchas frecuencias. Cuanto más practicamos la audición a distancia, más conscientes nos volvemos de nuestro entorno. Esta práctica abarca la intrincada conexión entre la respiración, la audición, la percepción espacial, la memoria, la conducta motora y la autoconfianza.
Cuando somos más conscientes de nuestro entorno, nos sentimos más seguros y tranquilos, con una reacción más rápida ante los cambios repentinos.
Así pues, además del ejemplo en mi historia, aquí hay algunas ideas que puedes probar para mejorar o despertar tu audición:
Identificar sonidos. Siéntate o quédate quieta/o (ojalá al aire libre) y respira hondo varias veces. Deja de pensar y escucha lo que sucede a tu alrededor. Intenta identificar tantos sonidos como puedas, desde lo más cerca y lo más lejos posible.
Tómate tu tiempo y ten paciencia. Aunque no lo creas, encontrar silencio en la cabeza no es fácil. A menudo, el problema no es el ruido externo, sino el que llevamos dentro.
Da un paseo por el bosque. Caminar por la naturaleza es un tema recurrente en este newsletter (especialmente en esta serie), pero vale la pena mencionarlo. La naturaleza es un estimulante multisensorial, y uno muy bueno. Si bien se trata de un ejercicio auditivo, esta capacidad sensorial trabaja en coordinación con otros sentidos, y cuanto más permitas que se sincronicen de forma natural, más se beneficiará cada uno. Busca un sendero y deja los auriculares. A medida que te adentres en la naturaleza y superes el miedo a lo desconocido, notarás que podrás escuchar la naturaleza: los árboles, el viento, el agua, los pájaros y todo lo demás.
A menudo, pienso en la digresión sensorial (regresar a la naturaleza) como una excelente manera de mejorar la aptitud física funcional. En lugar de aprender estas nuevas habilidades, volvemos a lo que trajimos al mundo.
Acepta el movimiento. Resulta que la capacidad de mover la cabeza y las orejas no solo resulta en mayor actividad física, sino que también nos ayuda a identificar sonidos e incluso a oír a otros. Este tipo de movimiento suele ser subconsciente y es la manifestación de una respuesta natural de autoajuste al sonido. Sin movimiento, nuestra audición tiende a disminuir.
Relaja tu cuerpo y deja que tu cabeza y tus oídos sigan los sonidos como si fueran antenas parabólicas ajustándose a las diferentes frecuencias que reciben.
Practica estas ideas y cuéntame tu experiencia. El antes y el después. ¿Cuán lejos llegaste a escuchar?
Higgins, N. C., Pupo, D. A., Ozmeral, E. J., & Eddins, D. A. (2023). Head movement and its relation to hearing. Frontiers in Psychology, 14. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2023.1183303
Auditory training can improve working memory, attention, and communication in adverse conditions for adults with hearing loss. https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC4447061/