Tocado por el sonido. Sintiendo la Cinestesia.
"No es hasta que nos encontramos en momentos terribles que permitimos que nuestros sentidos (incluso si no queremos) se abran y reciban el mundo sin filtros...".
Bienvenidos a la sección llamada The Void, donde comparto cosas personales y alucinantes de las vertientes y tangentes de mi cabeza. Mi serie sobre los sentidos humanos ha llegado a esta sección y sospecho que saltará a diferentes secciones a medida que sigo descubriendo diferentes ángulos para explorar los mismos.
Dale play al audio a continuación y sigue leyendo para una experiencia más profunda.
¿Alguna vez has escuchado un sonido que te hizo ver y sentir cosas que no estaban ahi?
Recientemente estuve en una situación en la que mi esperanza estaba en el fondo. Ya se me habían acabado las lágrimas y entonces escuché "eso". Era la voz profunda de un budista tibetano, cantando, en una entrevista en podcast a la que le di play no porque estuviera deseando escucharla, sino porque buscaba algo para silenciar mis gritos internos.
Tal voz, tal canto, me hizo sentir la presencia de familiares que estaban lejos de mí, pero que necesitaba que estuvieran cerca en ese preciso momento, de familiares muertos que ni siquiera imaginaba que iba a sentir y de gente que nunca he conocido en persona.
Me refiero a 'eso' (la voz) y no a 'él' (el budista) porque si bien era una persona la que hablaba/cantaba, el sonido no procedía de él ni del podcast en el que se encontraba. Estaba canalizando desde en algún otro lugar. En un momento (en ese podcast), después de sus cánticos, su voz y la del podcaster se convirtieron un sonido vibrante que continuó durante todo ese episodio. Las palabras se volvieron un murmuro y todo lo que escuché fue algo parecido a lo que estás escuchando ahora (si le disté play antes de comenzar a leer). Fue como si la voz del monje consumiera a la otra para intensificar su frecuencia, y comencé a sentir y ver cosas.
Sentí una mano sobre mi hombro izquierdo. Era mi abuelo por parte de mi mamá (muerto). Luego sentí el abrazo de mi padre (muerto), y luego sentí un grupo más grande abrazándome. Mi mamá, mis hermanas, mis hermanos, mi sobrina, mis sobrinos y algunas personas más que realmente no conozco. Si bien estaba consciente de que me encontraba en un lugar físico (la sala de espera de un hospital, fría y oscura), también sentía estas cosas.
Sé que en realidad no estaban allí, pero sentí su tacto y su calidez; y me dijeron que me mantuviera fuerte. Fue un momento cinestésico. El sonido se convirtió en imágenes y sensaciones. A través de la voz de ese budista vi, oí y sentí a otras personas. En ese momento, entre lágrimas y una sensación de impotencia, esa voz me dio lo que más necesitaba, una sensación de calma, y alguien que me sostuviera mientras me estaba desmoronando.
Siendo sincero, la tranquilidad no es algo que estuviera buscando ese día. Quería entumecimiento, del tipo que sabía que podía provocarme el alcohol. Simplemente quería no sentir, porque lo que sentía me dolía, pero terminé sintiendo sensaciones tranquilizadoras.
¿Te ha pasado algo así?
Ya di varias vueltas en mi cabeza tratando de encontrar una explicación lógica para esa experiencia, pero honestamente, no tengo una manera racional de explicarla.
La verdad es que no importa quién sostuviera mi cuerpo físico en ese momento, y no importa cuánto quisiera que estuvieran ahí conmigo, eso no me habría hecho sentir más cómodo. En ese momento, en esa fría silla, no había necesidad contacto físico.
No soy religioso, pero puedo reconocer que existen prácticas que a través de sus oraciones, cánticos o sonidos pueden tocarnos profundamente en nuestro interior, incluso cuando no estamos en el mismo espacio o tiempo, y cuando no estamos en la misma línea de ideales.
He experimentado estas energías varias veces a traves de mi vida, principalmente en momentos de desesperanza.
Nuestros sentidos pueden captar cosas que ni siquiera podemos imaginar, pero no se perciben fácilmente. Vivimos en una sociedad que nos desconecta de nuestro potencial sensorial. No es hasta que nos encontramos en momentos terribles que permitimos que nuestros sentidos (incluso si no queremos) se abran y reciban el mundo sin filtros, expectativas culturales o incluso creencias personales.
Sé que esto puede sonar extraño viniendo de una persona no religiosa, porque se supone que carecemos de la capacidad de sentir más allá de lo físico. Pero les aseguro que ese no es el caso.
Movido por el sonido
Esta publicación surgió como un impulso mientras investigaba cómo los budistas tibetanos perciben el mundo. Abrí el editor para redactar lo que se habría titulado “El sentido del sonido de los budistas tibetanos. Llegando más allá del tiempo, el espacio y la existencia.” (el cual pienso publicar más adelante), pero no pude terminarlo.
Había decidido buscar sonidos para darle a la escritura (y a ti) una experiencia sensorial más profunda, pero cada vez que reproducía algo parecido a lo que estás escuchando ahora, me encontraba flotando hacia ese momento, esa experiencia, esa sensación de sinestesia que viví en el hospital.
¡El sonido, no la razón, me trajo aquí!

Sigo encontrando vertientes y tangentes no esperadas en esta serie sobre los sentidos. Me propuse escribir sobre una cosa, pero me encuentro escribiendo sobre otra cosa. Hay un misterio sobre los sentidos que no puedo captar del todo. Sigo notando que muchas culturas (antiguas o existentes), se enfocan más en permitir que sus sentidos fluyan y sientan, en lugar de entrenarlos y controlarlos. Así es (quizás) cómo deberíamos afrontar la cuestión del aprendizaje sobre nuestra capacidad sensorial, sobre nosotros mismos y sobre nuestro cuerpo.
En una sociedad que se centra en controlar nuestras acciones, en apegarse a planes y en reglas sobre qué dirección debemos tomar, podemos permitirnos solo fluir. Podemos dejar que nuestros sentidos interactúen con cada momento a medida que va y viene sin demasiado razonamiento, o sin intentar moldearlos en función de lo que alguien dijo que deberían ser.
En mi cabeza ya analicé todas las posibilidades lógicas que podía para producir una explicación de esta experiencia cinestésica. Mis ideales no-religiosos me dijeron una cosa, mi mente técnicamente educada sobre el cuerpo humano dijo otra cosa y, sin embargo, mi alma experimentó algo diferente. ¡Cinestesia!
Gracias por leer (y escuchar).
Me gusto mucho!! Espero poder sentirme igual en mis momentos de desesperacion!