¡Las comidas que vengan! (con una receta informal)
Una ensalada de frutas y queso, dulce y sabrosa, nutritiva para el alma, digna de tus papilas gustativas... después de algunas reflexiones sobre la alimentación encarnada y la nutrición.
Si bien aquí hablo brevemente sobre nutrición, esta no es una publicación sobre nutrición. Se trata de probar y comer alimentos que sean nutritivos porque los disfrutes y los saborees. Se trata de ser un goloso (un o una gourmand), alguien cuya relación con la comida se expande más allá del nutricionismo y las expectativas sociales, y que trasciende lo físico.
¡Estoy hablando de comer encarnado! Es decir, estar plenamente presente en el momento y ser consciente de cómo te sientes cuando comes (sensaciones, emociones, necesidades). Sin reglas, solo escuchando tu intuición y satisfaciendo tu paladar.
Honestamente, la receta que estoy compartiendo hoy, aunque acosa la mente, el alma y el cuerpo (aún mejor si la compartes con tus seres queridos), en realidad no importa lo que contenga. Podría haber sido cualquier receta.
Podría haber estado compartiendo una receta para una buena comida puertorriqueña hecha de arroz con gandules, tostones, lechón asado y huevo frito; con una cerveza bien fría, y un café con un quesito al final). ¡Gloria en un plato!
Si ves cuáles son esos alimentos (los que acabo de mencionar) es posible que te dé cosa. “¡Ay dios mío! ¿Todos los carbohidratos, las grasas, los huevos fritos y el café con pan dulce al final?” Generalmente te olvidas de la parte en la que mojamos el pan en el café.
Si estás pensando en nutrición, no importa lo que comparta, lo más probable es que lo coloques en una categoría (saludable, no saludable, o “Tal vez si sirvieran un poco menos y lo cocinaran con menos grasa, una ensalada como acompañamiento, o sin azúcar…!”).
Por otro lado, si estás pensando en comida, sabor y “Dios mío… ¿comida puertorriqueña? Y el olor a café con leche… ¿Y a lechón? ¿Y mayorca? ¡Sí, por favor!" Eres mi tipo de comensal favorito. Puede que no sientas que eres un gourmand, pero en algún lugar de ti hay uno.
Porque cuando comes (no importa lo que sea), saboreas el amor, la pasión, la lujuria, el deseo, la tradición, la historia y la nostalgia. Experimentas un aroma emocional que proviene de una combinación de sangres, culturas y generaciones que deja tu cuerpo y alma completamente nutridos. Pruebas la comida, pero también la sientes!
¿La receta? ¡Estoy llegando!
La comida es algo que todos necesitamos y punto. Lo entiendo. Calorías, nutrientes, micro esto y macro aquello; y fibra por aquí, y antioxidantes por allá. Y los gráficos, los números y la obsesión por medirlo todo. ¡Créeme, lo sé!
Pero todos esos componentes nutritivos están en los alimentos, sepamos pronunciarlos o no, seamos conscientes de ellos o no, o incluso si sabemos (o no) cuánto de cada cosa hay en cada bocado.
Saber esas cosas no hará que la comida sepa mejor, ni la hará más o menos nutritiva; y en mis años en el campo del fitness y el bienestar he aprendido que saber esas cosas tampoco ha ayudado mucho a la mayoría de las personas a tomar decisiones más saludables.
¡La comida es más que los componentes químicos que esta nos da!
Trata de conexión con uno mismo, con la naturaleza, con las personas y con la historia. También soy un romántico de la comida y la cocina, lo que significa que realmente (del todo) me importa una mierda todo eso. Sí, esas cosas están presentes (autocontrol, nutrientes, beneficios, etc.), y hablo con mis clientes sobre esas cosas. Sin embargo…
¡Soy el instructor de fitness y bienestar más extraño que quizás nunca conozcas! Aunque sé que no estoy solo. No me gustan los deportes, odio la competencia y, si me buscas, lo más probable me encuentras en la cocina, que en el gimnasio. Lo más probable es que hable del placer y de la mecánica de amasar pan, en lugar de como apretar el culo para hacer una mejor flexión (push-ups). Y aun así puedo enseñarte a hacer flexiones y a hacer pan… y helado… y sobre cómo vivir con buena aptitud física y bienestar general.
“La receta… ¡por favor!” Lo sé, sólo un segundo.
Recientemente comencé a leer “The Raw and the Cooked: Adventures of a Roving Gourmand” de Jim Harrison. Quiero compartir y llevarte a la receta con algo que él menciona - sobre lo que dije con respecto a medir todo:
“Con qué facilidad olvidamos que la vida sobreexaminada tampoco vale la pena vivirla”.

Bueno, aquí tienes la receta, ¡con un montón de fotos!








Una ensalada dulce y salada de frutas y queso.
Ingredientes (para las cantidades usa tu creatividad, ve poco a poco y prueba mientras vas preparando el plato):
Uvas (las que te gusten)
Tomates cherry o uva
Vinagre balsámico
Sal
Queso gouda (o cualquier otro queso que te guste) cortado en cubitos
Pimienta negra molida
Pimentón (Paprika)
Canela en polvo
Jengibre en polvo
Miel
Proceso:
Pon todos los ingredientes en un plato y acomódalos lo mejor que puedas. La presentación, aunque sea de ti para ti, es importante.
Rocía la miel y el vinagre por todas partes (usas las fotos para referencia).
Espolvorea todos los demás ingredientes de manera uniforme sobre las frutas y el queso, asegurándote de que cada pieza tenga un poquito de cada condimento.
¡Buen provecho!
Notas:
Quiero probar esta receta nuevamente, pero agregando ajo recién frito y crujiente, y aceite de oliva con infusión de romero (rociado por todas partes).
¿Qué más le pondrías a esta receta? ¡Deja tus comentarios abajo!
El vinagre balsámico que usé.


